No celebramos San Juan. Mentira. No hubo hogueras pero sí promesas, el solsticio de verano nos pilló en Illetes, tras la cena recortamos dos papelitos, cada uno lo rellenó con tres cosas que quemar, cosas que no nos gustan de nosotros mismos, trastos viejos, miedos enquistados. Buscamos (supongo) remendar el trecho andado. Qué tontería, no desaparecerán (tan fácil) esos desasosiegos, pero caligrafiar tus miedos es el primer paso para calmarlos. Los prendimos, con un par de cerillas, sobre un cenicero, bajo la luna llena de este final de junio extrañísimo. El sol se despide de la primavera, florece la lavanda, es momento de mirar muy dentro, de renacer como Fénix, alzarnos sobre lo que nos duele. En el antiguo Egipto llamaban Bennu al ave (era una garza) que resurgió envuelta en fuego, sus lágrimas templaban el quebranto, por eso llorar sana. Es una buena pista.
“¿Y nuestros deseos?” —le pregunto a Laura. Me recuerda una tradición japonesa llamada Tanabata, el festival de las Estrellas. Las familias escribirán sus anhelos en las tiras tanzaku, que colgarán de ramas de bambú. Miles de papeles de colores con el futuro que quizá sea, quizá no; proyecciones del tú que quieres ser. Este texto será mi tanzaku, mi carta náutica para los meses que están por venir. Tener la cabeza donde tengo los pies (fue un comentario de una lectora de Claves, todavía sigo pensando en la imposibilidad de llevarlo a cabo en mi vida: tener la cabeza donde tengo los pies). Cuidar a quien me cuida. Subrayo un texto de Cortázar, su gata se llamaba Flanelle: “Querer a las personas como se quiere a un gato, con su carácter y su independencia, sin intentar domarlo, sin intentar cambiarlo, dejarlo que se acerque cuando quiera, siendo feliz con su felicidad”. No olvidar nunca —por ahora este lo estoy cumpliendo— que cada día es un milagro, dedicar un cachito de cada mañana a nuestra nueva rutina juntos, la eternidad en dos minutos.
Aceptar lo inevitable, no enfadarme (esto me pasa mucho) con el mundo porque las cosas sean como son: es que no hay más. Las cosas son como son. Andar ligero. Leer (todavía) más, siempre encuentro paz en un libro —y mucho más: consuelo, verdad, alegría, belleza, un halo de luz que alumbra el camino. Volver a las pelis de Miyazaki, creo (estoy seguro) que él conoce el misterio: estar en paz con el niño que fuiste es la única forma de abrigar a la persona que eres. Hayao vive lento, detesta la tecnología, adora también a los gatos. Caminar más, cada día un poquito más, escuchar a los pájaros, entender el lenguaje del viento. Pensar lo justo. Cenar pronto. Viajar como un vecino, jamás como un turista, escuchar a quien habla. No hacer listas, no creerme nadie ni preocuparme por más expectativas que las mías, el mundo es un lugar bellísimo pero jamás lo verás brillar con los ojos de otro. No tienes mas que tu mirada. Sé permeable a las tormentas, sufre sin cautela, pero nunca olvides que la vida, en realidad, no es más que un destello. No anticipes, no juzgues, no busques atajos: no los hay. Es viviendo como se aprende a vivir.
Con este texto se despiden las cartas íntimas de cada sábado por mañana hasta la vuelta del verano. Necesito descansar. Necesito calma. Seguiré enviando Claves durante todo el mes de julio, lo pausaré en agosto (por supuesto no se cobrará ese mes: ni tampoco se admitirán nuevas suscripciones) lo que sí haré es seguir contestando vuestras preguntas en el Consultorio sin miedo.
Las personas que formáis parte de esa pequeña comunidad de gente sensible podréis leer (eso sí) el histórico de las cartas, escuchar Diarios de viaje, volver a las Correspondencias, comprar cositas buenas en El club Claves. Comidita para el alma. Gracias de corazón por estar ahí siempre.
“No anticipes, no juzgues, no busques atajo”. No puedo estar mas de acuerdo, que bien lo has descrito. Me encanta también esa frase de Cortazar de querer como se quiere a un gato. Es que los animales nos enseñan mucho del amor. Creo que mi perro a menudo sabe mas de mi estado de animo que la mis amigas. Porque me observa, no hace falta que le explique, y la observación es fundamental para entender a los demás. Que el verano sea lento y y lleno de ratitos buenos.
Me ha gustado mucho, me llevo varias ideas para el verano. Lo de viajar como una vecina, es que 100x100 de acuerdo.
Me quedo el texto de Cortázar para tratar bien a los demás, tratarlos como a un gato, con espacio, que se acerquen cuando quieran ❤️
¡Buen verano!