Me digo a mí mismo, cuando pienso en esto, que cada persona es un planeta y que las razones para vivir se cobijan en uno mismo y en nadie más —pero si la pierdo, me muero.
Esta carta, aunque lo parezca, no va sobre ella porque este desasosiego es mío y aquí medra, en mi puerto se encalla y lo llena de todo de olor a tierra mojada, estoy vivo porque duele…