Estábamos en el Bluesman Cocktail Bar del Palace de Barcelona, ese hotel bellísimo sin miedo al exceso (la verdad es que cada día entiendo menos el minimalismo, que yo lo que quiero es vivirlo todo) con la excusa de presentar ‘Nada importa’ a un pequeño grupo de amigos y amigas de la mano de Meritxel Falgueras y con la única intención de conversar, brindar, vernos, apapacharnos —que es una expresión mexicana (que en realidad viene de la lengua náhuatl) que me tiene loco: apapachar: acurrucarse, cuidar, dar cariño y proteger. Acariciar con el alma. El espacio es rojo incendio, rojo vivido como una cereza de Twin Peaks pero lo llamaron Bluesman por culpa del cuadro que lo gobierna, un regalo de Ronnie Wood al hotel, a la ciudad y al despistado que allí encuentre cobijo. Un buen bar siempre lo es.
Hablamos de todo y de nada; de literatura, mesas llenas, copas vacías y de ese miedo que tantas veces nos impide hablar de las cosas importantes, hablamos de lo alto y lo bajo (no existe lo uno …