Leo en algún mensaje cursi de motivación (¡oxímoron!) que prácticamente hay que dar la gracias por todo: gracias a los árboles, a los peces y los diarios, #begrateful. Gracias al suelo yermo, a la incertidumbre y a todo lo que sea que te venga, porque “lo que sucede, conviene”. Pues mira, no. Ni malditas las ganas de saber qué es eso de desarrollo personal (¿es que hay otro?) ni pizca de agradecimiento ante el engreído o la falta de educación. No tengo la más mínima intención de premiar lo que no arde.
Gracias, esta vez sí, por el tacto (son una tarde de domingo en abril) de cada uno de los plaids de Teixidors, “una manta tejida con hilaturas naturales y, sobre todo, con cariño”. Gracias por el placer de oír llover, las calas en Menorca y el Unplugged de Alanis Morissette. Gracias por los vinos naturales de ese loco maravilloso llamado Tom Loop en Matassa, por la poesía de Carlos Marzal y por la Semana Santa de Sevilla, tiene razón Pérez Reverte: “Todo aquí es ficticio, excepto el esce…