Estábamos en nuestra terraza hace no tanto, Eva nos preguntó por qué narices La Mamounia nos fascina de la manera que lo hace, Laura y yo nos miramos. Ya lo intenté explicar, pero es que es imposible: es la sensualidad, los olores (cedro, dátiles, jazmines, azahar) la piel, el entusiasmo. Me gustó muchísimo su respuesta, tranquila, consciente: “sí, comidita para el alma”. Exactamente eso es, Eva, comidita para el alma. Apunté entonces aquellas cuatro palabras en una nota del móvil, y desde entonces esa nota ha ido creciendo (con películas, frases de otros, viajes que hacer, libros que leer) porque esas palabras encapsulan perfectamente lo que en realidad buscamos tantos y con tanto ahínco, la razón última por la que hacemos las cosas que hacemos, los porqués tras esta vida de desabrigos.
La conversación siguió el curso de aquel hilo invisible, para Laura comidita para el alma “son las cosas que me dejan el corazón calentito, que me reconfortan: aquel domingo perfecto sobre una platafor…