Hay personas que te calman. Lo pensé el otro día cuando hablamos con J. —lo vi consumido y gris, su mirada una vereda infinita de nudos, guijarros y puertas cerradas. Cómo duele el dolor de quien quieres y cómo duele la certeza de que esas puertas solo las puede abrir una persona: él. Su sombra proyecta una sombra sobre los demás pero no lo ve, nada puede hacerse cuando no ves.
Calma
Hay personas que te calman. Lo pensé el otro día cuando hablamos con J. —lo vi consumido y gris, su mirada una vereda infinita de nudos, guijarros y puertas cerradas. Cómo duele el dolor de quien quieres y cómo duele la certeza de que esas puertas solo las puede abrir una persona: él. Su sombra proyecta una sombra sobre los demás pero no lo ve, nada puede hacerse cuando no ves.
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